martes, 10 de marzo de 2009

Se nos acaban hasta las abuelas

La conciliación es un problema que hasta ahora estamos resolviendo fundamentalmente las mujeres, destinando nuestros salarios a la ayuda en el domicilio, duplicando la jornada, apoyándonos en las abuelas o incluso llevando a los niños al trabajo cuando ya no hay otra salida (no me sorprende saber que es lo que hace un 11% de las mujeres trabajadoras ante los imprevistos). Eso es lo que pasa en los países en los que, como en España, no hay apoyo a las familias.

Más de la mitad de las familias españolas de ahora se apoyan en las abuelas-canguro. Y lo malo es que esta cómoda solución (cómoda para el Estado, quiero decir, no para las familias ni para las abuelas) no va a ser factible más que para nuestra generación, porque en la próxima las abuelas también trabajaremos y ya no podremos hacernos cargo de nuestros nietos, ni ir a buscarlos al colegio, ni quedarnos con ellos mientras no llega del trabajo a las nueve de la noche el primero de los padres. Pero bueno, al ritmo que vamos para entonces ya no habrá este problema, sencillamente porque para entonces las mujeres ya no tendrán ni siquiera los 1,3 hijos que tenemos ahora por cabeza. Nuestras hijas pensarán que no vale la pena responder a la llamada de la maternidad porque nadie se lo merece, ni el Estado, ni las empresas, ni los padres. Que los tengan ellos, venga ya.

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