jueves, 30 de abril de 2009

En el Día de la Madre


Por ser el día de la madre reproduzco parte de una “encuesta” realizada entre niños de 2º de Primaria, que encontré en www.somospadres.com.
Reconozco que algunas me han hecho mucha gracia, y otras reflexionar.

¿Qué clase de niña era tu mamá?
Mi mamá siempre ha sido mi mamá y nada de esas cosas.
No sé porque no estaba yo allí, pero creo que era muy mandona.
Yo la he visto en una foto y era una niña muy antigua.

¿Quién es el jefe en tu casa?
Mi mamá no quiere ser jefe pero tiene que serlo porque mi papá es un chistoso.
Mi mamá, porque ve todo en la inspección de mi cuarto. Ella ve hasta lo que hay debajo de mi cama.
Creo que mi mamá, pero sólo porque ella tiene más cosas que hacer que mi papá.

¿Cuál es la diferencia entre las mamás y los papás?
Las mamás trabajan en el trabajo y en la casa y los papás sólo van al trabajo.
Las mamás saben hablar con las maestras sin asustarlas y hacer muchas magias.
Los papás son más altos y fuertes, pero las mamás tienen el verdadero poder porque a ellas les tienes que pedir permiso cuando quieres quedarte a dormir en casa de un amigo.

¿Qué hace tu mamá en su tiempo libre?
Las mamás no tienen tiempo libre.
Va a la compra o pone la lavadora.
Me ayuda a hacer los deberes y me lee cuentos.

¿Qué haría a tu mamá perfecta?
Por adentro ya es perfecta, pero afuera creo que un poco de cirugía plástica en la tripa.
Ya sabes, su pelo, yo lo teñiría tal vez de azul.
Que no tuviera que repartírmela con mi hermana.

Si pudieras cambiar algo de tu mamá, que sería?
Tiene esa cosa rara de pedirme que siempre limpie mi cuarto. Eso le quitaría.
Haría a mi mamá menos cotilla, está todo el día preguntándome cosas.
Me gustaría que desaparecieran esos ojos invisibles que tiene atrás de su cabeza.

miércoles, 29 de abril de 2009

Cumples y más cumples

Ayer tarde al salir del colegio estuve con los dos pequeños en un cumple y de los 15 padres que convenientemente acompañábamos a la tropilla sólo 2 eran hombres, el padre de la criatura homenajeada (que por razones obvias no tuvo más remedio), y otro despistado que miraba continuamente al techo-suelo para evitar cruzar con nosotras los ojos, y de este modo no verse obligado tampoco a intervenir en las conversaciones.

También soy yo la que voy casi todos los sábados a los partidos de baloncesto de mi hijo el mayor. En ese caso abundan los acompañantes masculinos de los niños, sobre todo si el evento tiene lugar sobre las 12 (en los de las 10 se nota en general una menor presencia de padres en el sentido amplio del vocablo, y de padres, en su sentido de progenitor varón).

Sin duda una chorrada, pero indicativa de cómo sigue siendo todo. Las obligaciones sociales de los niños recaen fundamentalmente en las mamás, a no ser que sean deportivas, que con esas podemos delegar de vez en cuando en los papás. A mi personalmente me gusta llevarlo a los partidos, pero también odio los cumpleaños. La diferencia es que él dice que antes de tener que llevarlos se quedan en casa, y que yo acabo cediendo porque me dan pena. Aún va a ser cierto lo que me dijo un día un amigo, que en casos somos las propias mujeres las que potenciamos la desigualdad porque nos sentimos exageradamente responsables de todo.

lunes, 20 de abril de 2009

Cuatro semanas más


Lo que yo hubiese dado por tener 4 semanas más de baja maternal cuando parí a mi primer hijo. Hubiese dado, ¡Qué se yo!, todos mis ahorros, una buena parte de mi colección de cajas, o de mi biblioteca, todo lo que me pidiesen, todo menos dejar a mi bebé tan pronto.

La Eurocámara propone que en todos los países de la UE se amplíe la baja maternal al menos hasta las 20 semanas. Si me descuido eso no lo lo tenía yo legalmente ni tan siquiera en mi segundo embarazo, que fue gemelar, hace poco más de 4 años. De salir adelante la propuesta (que no creo, sobre todo si depende de los eurodiputados españoles) serían 4 semanas más de lo que tenemos ahora.

Con mi primer hijo y por culpa de un cliente gilipollas me incorporé cuando cumplió precisamente sus primeras 4 semanas de vida. Aquel impresentable aún me hace hervir la sangre. Exigió mi presencia en una serie de reuniones a pesar de saber que estaba de baja por maternidad, y a pesar de no ser en absoluto necesario. Pero soy trabajadora autónoma, aquél era un proyecto muy importante para nuestra pequeña e incipiente empresa y entonces no tuve más remedio volver, con toda la tristeza del mundo, pero volver. Desde luego ya se que no fui la única, que son multitud las que se ven obligadas a reducir al mínimo la baja, pero por mucho que lo intentéis no llegaréis nunca a imaginar el golpe de rabia que sentí contra aquel burócrata imbécil que conscientemente me obligaba a empezar a dejar a mi niño con extraños.

Con los mellizos tuve algo más de suerte. Me pude permitir incluso ampliar el tiempo en algo más de lo que me cubría la Seguridad Social aunque, todo hay que decirlo, a costa de mi socia en la empresa (que tuvo que forzar la máquina), los trabajadores (que tuvieron que asumir también más horario y más trabajo para cubrirme) y los resultados económicos al final del año, ya que seguí percibiendo mi salario a pesar de no estar produciendo.

Espero que la propuesta se apruebe y sea de obligado cumplimiento en el territorio UE. Aunque por el momento lo veo difícil. Ya nos están diciendo (otra vez) que no vamos a poder cobrar nuestras pensiones: todo sale de la misma caja, y la caja no es infinita.

lunes, 13 de abril de 2009

¿Cuántas veces...


... no nos habremos sentido culpables por tener que dejar a los niños? Por no dedicarles el tiempo suficiente? Por no hacer con ellos todas las cosas que antes de tenerlos nos habíamos imaginado?

Yo muchas. Me siento así casi todos los días al llegar a casa, cuando ya no nos queda casi tiempo más que para acompañarlos con el postre y meterlos en la cama.

Los horarios en España son otra de las asignaturas pendientes. Por mucho empeño que se ponga no hay modo de compaginar la vida de los niños con la de las madres y padres trabajadores. A ver qué padre o madre que trabaje fuera de casa y no sea funcionario de alguna de las muchas administraciones y/o empresas públicas es capaz de llegar a casa antes de las 7 o las 8 de la tarde (y eso ya con mucha suerte).

Así es como estamos intentando criar a nuestros hijos.

La solución sería que uno de los dos dejase el trabajo, o buscase un trabajo con horario reducido, al menos durante los primeros años. Ya ni digo quién de los dos tendría más papeletas para dejarlo porque no me gustan las obviedades.

Pero aún así tendríamos que definir hasta qué edad es importante que uno de los padres esté muy, muy cerca de los hijos y el máximo tiempo posible.

Los primeros 3 años.... claro, es la época clave de crecimiento, de socialización, de establecimiento de los lazos. Son bebés, nos necesitan, y nosotros los necesitamos a ellos. No caminan. No hablan. No se defienden por si mismos. Son vulnerables.

A partir de los 3 ya son más independientes... aunque nos reclaman más que nunca!. Empiezan el cole, pillan virus y bacterias continuamente (cuando no otras cosas), comienzan las fiestas de cumpleaños, las relaciones sociales. Empiezan a contarnos sus días, y nos vemos en la obligación de recuperar nuestros antiguos hábitos de escucha, los que teníamos antes de que nuestra vida cambiase por completo.

Pero bueno, todo esto ya se arregla cuando empiezan la Primaria, ahí ya son más fuertes, tienen otros intereses, pasan el día completo en el colegio... Y es cuando luchan desesperadamente por evitar el comedor escolar, cuando uno se da cuenta de que su nivel de inglés no es aceptable y decide matricularlo en una academia a la que hay que llevarlos, esperar y recogerlos, también cuando empiezan con la música, los deportes, las actividades extraescolares, la necesidad de apoyo en casa para leer, para aprender, para escribir correctamente, para los deberes...

Yo no se cuándo es el momento.

A los niños les estamos robando una parte importante de su infancia, que es la de sentirse seguros y tener a sus padres como referencia. Sus referencias ahora son las cuidadoras, los profesores, los monitores deportivos, la televisión y las consolas. Y qué difícil es contrarrestarlos cuando es necesario!. A ver quién le discute (y cómo) a un niño enfermo de 4 años que ha pasado el día entero en casa con una cuidadora que lo correcto no es lo que ella le dijo sino lo que a última hora del día le dice mamá, en los 15 minutos que tiene para dedicarle.