lunes, 13 de abril de 2009

¿Cuántas veces...


... no nos habremos sentido culpables por tener que dejar a los niños? Por no dedicarles el tiempo suficiente? Por no hacer con ellos todas las cosas que antes de tenerlos nos habíamos imaginado?

Yo muchas. Me siento así casi todos los días al llegar a casa, cuando ya no nos queda casi tiempo más que para acompañarlos con el postre y meterlos en la cama.

Los horarios en España son otra de las asignaturas pendientes. Por mucho empeño que se ponga no hay modo de compaginar la vida de los niños con la de las madres y padres trabajadores. A ver qué padre o madre que trabaje fuera de casa y no sea funcionario de alguna de las muchas administraciones y/o empresas públicas es capaz de llegar a casa antes de las 7 o las 8 de la tarde (y eso ya con mucha suerte).

Así es como estamos intentando criar a nuestros hijos.

La solución sería que uno de los dos dejase el trabajo, o buscase un trabajo con horario reducido, al menos durante los primeros años. Ya ni digo quién de los dos tendría más papeletas para dejarlo porque no me gustan las obviedades.

Pero aún así tendríamos que definir hasta qué edad es importante que uno de los padres esté muy, muy cerca de los hijos y el máximo tiempo posible.

Los primeros 3 años.... claro, es la época clave de crecimiento, de socialización, de establecimiento de los lazos. Son bebés, nos necesitan, y nosotros los necesitamos a ellos. No caminan. No hablan. No se defienden por si mismos. Son vulnerables.

A partir de los 3 ya son más independientes... aunque nos reclaman más que nunca!. Empiezan el cole, pillan virus y bacterias continuamente (cuando no otras cosas), comienzan las fiestas de cumpleaños, las relaciones sociales. Empiezan a contarnos sus días, y nos vemos en la obligación de recuperar nuestros antiguos hábitos de escucha, los que teníamos antes de que nuestra vida cambiase por completo.

Pero bueno, todo esto ya se arregla cuando empiezan la Primaria, ahí ya son más fuertes, tienen otros intereses, pasan el día completo en el colegio... Y es cuando luchan desesperadamente por evitar el comedor escolar, cuando uno se da cuenta de que su nivel de inglés no es aceptable y decide matricularlo en una academia a la que hay que llevarlos, esperar y recogerlos, también cuando empiezan con la música, los deportes, las actividades extraescolares, la necesidad de apoyo en casa para leer, para aprender, para escribir correctamente, para los deberes...

Yo no se cuándo es el momento.

A los niños les estamos robando una parte importante de su infancia, que es la de sentirse seguros y tener a sus padres como referencia. Sus referencias ahora son las cuidadoras, los profesores, los monitores deportivos, la televisión y las consolas. Y qué difícil es contrarrestarlos cuando es necesario!. A ver quién le discute (y cómo) a un niño enfermo de 4 años que ha pasado el día entero en casa con una cuidadora que lo correcto no es lo que ella le dijo sino lo que a última hora del día le dice mamá, en los 15 minutos que tiene para dedicarle.

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