viernes, 6 de marzo de 2009

Los peques, a la guarde

Cuántas hemos llorado a mares al dejar por primera vez a nuestros niños en las guardes, y cuántas van a llorar todavía. Porque hoy tener un hijo es sinónimo de guardería desde los 4 meses si no se tienen abuelos-canguro o los recursos suficientes para una cuidadora en casa (cuidadores, hasta el momento, no conozco).


Mis primeros días fueron terribles. Lloraban los niños, lloraba yo, y cuanto menos lloraban ellos más lloraba yo, porque el dolor de la madre nunca desaparece a no ser que una logre acostumbrarse y ya ni sea consciente de lo que le duele. Cuando los llevas por primera vez lloras a mares por tener que dejarlos, tan pequeños, solitos e indefensos. Cuando se van acostumbrando lloras precisamente porque se van acostumbrando, los muy desalmados. Y finalmente cuando protestan porque los vas a recoger lloras porque te das cuenta de que prefieren a las cuidadoras más que a ti misma. Entonces además de llorar te sientes terriblemente abandonada, culpable, triste y desolada, hasta que llegas a la conclusión de que es ley de vida, que ahora los hijos se nos van a partir de los 4 meses. Cuando nacen caes de golpe en la cuenta de que trabajar y tener hijos en un país que no apoya a las familias tiene ese pequeño inconveniente.


Nuestra generación se quedaba en casa con mamá, los hermanos, los vecinos y los primos hasta los 6 años, que es cuando empezábamos el colegio. Ahora los enviamos a las guarderías con meses y a las escuelas infantiles con 3 años, y nos consolamos diciéndonos mil veces que les viene genial, que así aprenden y socializan, en una sociedad en la que los niños no tienen hermanos ni vecinos, y si me descuido ya ni tan siquiera primos. Claro. Mejor los socializamos en las guarderías con extraños, y cuanto antes mejor para que se hagan más fuertes y resistentes a los virus. Ese es el mensaje que nos envían una y otra vez para que no nos sintamos madres-cuervo, como dicen en Alemania. Por supuesto nadie nos sugiere otras soluciones porque lo primero que tendrían que reconocer es que en España son imposibles.

Porque a ver, cómo harán las francesas, las mejor tratadas de Europa, que sí son libres de elegir si prefieren incorporarse a las 16 semanas, reducir la jornada laboral o quedarse unos meses más con sus bebés, cosa que pueden hacer porque cuentan con el respaldo social necesario y económico del Estado. O las suecas y las noruegas, que disponen de hasta 2 años de baja maternal sin que se resientan sus trabajos.


Yo no creo que por dedicar 6 ó 12 meses en exclusiva a nuestros hijos las mujeres tengamos necesariamente que perder terreno en nuestra carrera profesional, ni que esta petición sea sexista. La clave del avance social y la verdadera liberación de la mujer está en que esto no tenga que ser así. Quedarme unos meses con mis hijos para mi hubiese sido lo mejor. Tener y poder disfrutarlos, y ellos tenerme y poder disfrutarme. Sus primeros años no hubiesen sido tan dolorosos para mi.

Una encuesta del CIS, que no siempre miente, digo yo, dice que el 64,8 por ciento de los españoles considera que en ningún caso los niños menores de un año deben criarse en guarderías, lejos de la familia. Yo me incluyo en ese porcentaje. Reivindico el derecho de los padres -que no sólo de la madre- a poder elegir cuándo quieren que sus hijos empiecen a socializarse, entendiéndose que poder elegir implica necesariamente tener los apoyos económicos, sociales y laborales que hagan de esta elección un acto verdaderamente libre.

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